La competitividad dio comienzo
en el mes de Enero del año 2005, cuando en la Games Work Shop valenciana se
decidió por fin, tras cuatro años de existencia del juego, organizar un
campeonato de El Señor de los Anillos, tratando de dar un poco de luz al juego
que, a juicio de todos, siempre ha sido el menos atendido por la compañía
Workshop. Como en todas las primeras
veces, la expectación fue máxima y los miembros del Orco Chincheta, todavía sin
conocerse salvo en los casos de amistades más cercanas, se apuntaron con tanta
ilusión que incluso a algunos les quitaba el sueño. Desde Benimámet acudían
Oscar, Alberto, Comeche y Jose (como amigo de Alberto), todos iniciados en el
año 2001 con la salida del juego; mientras que desde el barrio Ayora venían
Pepe y Pinto.
La participación no llegó ni
si quiera a la veintena de personas, provocando que incluso tuviera que
participar como comodín o como suplente de no presentados los propios
dependientes de la tienda. Sin embargo el torneo empezó con un Pepe clamoroso,
habiendo conseguido un empate y una victoria frente a Andreu, un dependiente de
la tienda. Se generó mucha expectación debido a que ganar, y además de masacre,
a un trabajador de la Workshop, estaba valorado como poco menos que una proeza.
Más tarde, los participantes y posteriores fundadores de La Horda del Orco
Chincheta se darían cuenta de que el nivel de juego de los dependientes de la
Workshop por aquel entonces no era nada del otro mundo.
Los participantes se enfrentaban
en tres partidas cada uno, formando una liguilla cuyos ocho primeros
clasificados se enfrentarían en eliminación directa. Las partidas tenían un
sencillo sistema: matar todo lo posible el uno al otro mientras se trataba de
conquistar un objetivo en medio, entendiendo conquistar como tener más
miniaturas en él o en contacto. La partida se resolvía al final del turno 10, y
cada bando contaba sus puntos en supervivientes, además de sumar 100 puntos
aquél que hubiera conseguido el objetivo. Dependiendo de la cantidad de puntos
de diferencia respecto al rival, se obtenían 20, 17, 13, 10, 7, 3 ó 0 puntos
(Masacre, Victoria Decisiva, Victoria Marginal, Empate, Derrota Marginal,
Derrota Decisiva y Masacrado respectivamente). En la eliminación directa ya no habían
resultados variables, simplemente quien más puntos en supervivientes tuviera,
ganaba, aunque sólo fuera un punto la diferencia.
Pese al dominio inicial de
Pepe, el enfrentamiento con Alberto (que hasta ahora no conocía) impidió que
pudiera obtener la clasificación para la fase final. Los hombres de Minas
Tirith de Alberto no dejaron ningún enano de los de Pepe vivo, evento que
volvió a causar un gran revuelo entre los empleados de la Workshop. Tanto él
como Óscar consiguieron clasificarse con unos buenos resultados. Por su parte,
Jose obtuvo la clasificación tras no perder ninguna de sus tres partidas, una
de ellas para el recuerdo contra Comeche, que fue sumamente aburrida, mientras
que Pinto tampoco pudo hacerse con la clasificación. Cabe destacar que, el
mismo día de la eliminación de Pepe, Alberto pidió su teléfono a los
organizadores y le llamó con la intención de incorporar un nuevo contrincante
con el que jugar habitualmente; o como él mismo dijo tiempo después: “acuérdate
Pepe, perdiste un torneo, pero ganaste un amigo”.
En cuartos
de final las partidas se resolvieron según se esperaba: Javier, Alberto, Óscar
y Jose ganaron sus partidas y se enfrentaron en semifinales. La igualadísima
partida entre Óscar y Alberto dio como vencedor al segundo, mientras que Jose y
Javi pelearon sufriendo menos bajas cada uno y acabando Jose ganador. La gran
final enfrentaba a Alberto de nuevo con un amigo de toda la vida, del mismo
modo que sucedió contra Oscar, y éste a su vez contra Comeche.
La final se
mantuvo igualada en líneas generales pero Alberto comenzó a tener ventaja en
los compases finales. Los hombres de Rohan de Jose resistían heroicamente y la
partida acabó con el objetivo ocupado a partes iguales con tres miniaturas cada
uno. Cuando el objetivo quedaba empatado, se repartían 50 puntos a cada
jugador, sin embargo esta vez, los árbitros de la tienda propusieron efectuar
un turno más extraordinario con el fin de desempatarlo; sin más causa aparente
que la de darle emoción a la final.
Alberto, que
ya había ganado la partida porque tenía bastantes puntos más de supervivientes
en el tablero, tuvo que jugar otro turno. José ganó la iniciativa y se
atrincheró en el objetivo, quedando dentro de él cuatro miniaturas suyas (una
de ellas Éomer) contra cuatro de Alberto. El épico último y excepcional turno
resultó fatal para éste, ya que su única esperanza de acabar con más miniaturas
en el objetivo era eliminar a un rohirrim entre Boromir y Beregond en combate
heroico; meta que no pudo conseguir al perder el combate contra todo
pronóstico. Así pues los combates del objetivo se saldaron con dos bajas de
Alberto y ninguna de Jose, que pudo acabar con dos guerreros de Minas Tirith
con dos de sus rohirrim. En el recuento final, los 100 puntos obtenidos por
Jose le otorgaron la victoria, aun así con tan sólo 6 más que los que habían
sobrevivido de Alberto, a quién le hubiese bastado que sobreviviera o matara un
hombre más para haber ganado la partida en el improvisado turno 11.
El torneo pues, se saldó con una peculiar victoria de José
Lázaro, si bien hay que reconocer que fue merecida por su trabajo y regularidad durante el torneo. Sin
embargo el mejor balance que se pudo hacer fue que este evento dio la primera
oportunidad a sus participantes de conocer gente nueva aficionada al hobby,
para solucionar el tener que jugar siempre con las mismas dos o tres personas.
El día de la final acabó con muchos participantes pidiéndose los teléfonos
simbolizando así el inicio de una nueva etapa en la historia de este juego en
tierras levantinas.